'52 procent' se centra esos sueños que nunca se cumplen.
La protagonista resulta más natural al final, cuando se da cuenta de una realidad muy triste. A veces, incluso cuando nos esforzamos y tenemos una gran pasión, nuestros sueños no se realizan. Hay obstáculos insuperables. No es triste, es la vida.
Toma como punto de partida una historia real, la de una niña que desea ser bailarina.
La película fue hecha dentro del proyecto 'Rusia-Polonia New gaze'. Quise realizar un documental sobre cómo convertirse en una persona madura. Había leído acerca de los exámenes para ingresar en la escuela de ballet de San Petesburgo, allí encontré a una heroína.
Los diálogos ocupan un lugar secundario. ¿Qué efecto quería conseguir en el espectador?
'52 procent' es un documental real, hecho sólo con una cámara como testigo. No hay escenas que hayamos cambiado o en las que les hayamos dicho a los protagonistas que hagan o digan algo determinado. En mi película no hay muchos diálogos porque Alla y su madre no hablan demasiado, así de sencillo. En los ejercicios de Alla en casa se puede detectar una gran tensión que va más lejos de lo que pueden decir las palabras.
¿Cómo funciona la industria cortometrajística en Polonia?
Desde hace tres años tenemos el Instituto Polaco de Cine. Apoya proyectos artísticos, ficción y documental, largos y cortos. Hay dinero para hacer películas si tienes un buen proyecto y un buen productor.